2/8/12

La Mirada: Una ventana no tan transparente…


Que escribir… Cómo pensar sobre la mirada, que es tan real, tan presente, tan física; pero a la vez tan interna, tan propia de cada ser...
Si el cuerpo es quien contiene al sujeto, 
quien lo hace ser, entonces, es la mirada 
una ventana a través de la cual este ser expresa, 
dice, calla, elige, asombra, rechaza, reprime, acusa? 

Si, pero es también una ventana que recibe, 
percibe, y decodifica; una ventana que no es transparente, 
una ventana con vidrio polarizado,
determinado por una configuración histórica, 
social, y personal, propia de cada ser; 
una ventana que pone en contacto al sujeto, 
con todo lo que existe por fuera de él.


Pero esta ventana no es transparente, y mucho menos común, ni igual en todas las personas, 
podría incluso atreverme a decir que hay tantas miradas como personas existan; 
pero... 
¿que pasa con esas miradas?
 ¿Por qué hay miradas que incomodan? ¿Por qué hay miradas que homogenizan, que controlan, y otras que acompañan, que permiten, que aceptan? 
¿Por qué hay miradas que no quieren ser miradas?..




Pensar en la mirada induce inevitablemente a preguntarnos ¿Qué es lo que miramos? ¿Qué es aquello externo que pasa a través de la ventana y de que forma lo hace?
Retomando esta idea de la mirada como una ventana polarizada, filtrada, condicionada por factores sociales, culturales, históricos y personales,  podemos decir que no miramos la totalidad de las cosas y mucho menos su transparencia, una mirada implica todo lo contrario a transparencia, a neutralidad; Y es que cada mirada esta construida, y condicionada para ser lo que es, y para que difícilmente pueda ser algo más;

Porque una mirada permite, acompaña, acepta, pero también juzga, niega controla, critica, propone y transforma. 

Dichosos aquellos capaces de desnaturalizar su mirada, porque comprenderán entonces el poder, la capacidad, y la importancia de la misma como herramienta, como parte propia del ser, que lo pone en relación con aquello que está por fuera del propio cuerpo, que lo influye fuertemente, pero que también puede influir fuertemente.


¿Miramos aquello que esta frente a nosotros?
 Indudablemente miramos aquello que está a nuestro alcance, pero poniendo atención a diferentes cosas, o quizás a ninguna, o simplemente miramos sin mirar;
Socialmente estamos condicionados por lo congruente, 


estamos acostumbrados a  ver, pero no a mirar. 

No a mirar lo diferente, lo incongruente. 



Hace tiempo, alguien mayor y con mas experiencia de vida me dijo…
¿Por qué aún teniendo un paisaje tan hermoso,
la mayoría de las personas de tu pueblo miran el piso?
¿Qué ven de interesante en las deterioradas baldosas?
Y mi respuesta inconsciente en ese entonces fue que iban compenetrados en otra cosa, al paisaje ya estaban acostumbrados, hacia donde miraran daba lo mismo, lo importante era preguntarse en que iban pensando en ese momento, entonces este señor me dijo ¿pero porque el piso? ¿Porque con la cabeza baja, porque no miran a los ojos?

Retomando este diálogo, 
hoy creo que quizás estas personas no querían ser vistas, 
que su mirada no quería encontrarse con otras miradas.


¿Por qué? Porque la mirada juzga, la mirada controla, y cuando un cuerpo se somete a una mirada es sometido a juicio.



Pero entonces..¿cuales son los parámetros de ese juicio, de esa mirada, quién los establece? ¿la sociedad, la experiencia, el sistema? 

hoy, mas que nada, el juicio que establece la mirada, esta bajo el control de la mayoría de los medios de la comunicación, quienes son los grandes jurados de la belleza que ellos mismos imponen, una belleza imposible, irreal, ficticia, abominable; cuyos parámetros se instalan fuertemente en niños, jóvenes, adolescentes, mujeres y hombres que se quedan absortos ante la escena perfecta, donde el cuerpo es lo esperado, la mirada es univoca y la voz es afinada, donde todo coincide según lo previsto, donde todo es congruente.

Pero la realidad es otra muy distinta, entonces, luego de ver esa escena perfecta de la que todos quieren formar parte, quien querría mirar y quien querría formar parte de la escena real, la escena imperfecta, que esta marcada por la diferencia y por las particularidades de cada uno, que lejos está de esos parámetros de belleza.

¿Es posible cambiar la mirada? ¿y lograr el cambio a partir de la mirada?
El cortometraje “El Circo de la Mariposa” expresa claramente esta idea:  el dueño de un circo mira a Will como un monstruo porque le faltan brazos y piernas, lo presenta ante el público como tal, la gente lo ve como tal, e incluso él mismo se ve como monstruo, hasta que el Sr Mendez, dueño de un circo que privilegia las habilidades humanas, lo ve como una maravilla, y de a poco Will comienza a cambiar su mirada y a comprender la maravilla y belleza a la que Mendez realmente se refiere.
Es una película inspiradora, pero también muy impactante, que sin duda nos deja la idea de que el cambio es posible, pero más allá de cualquier influencia, siempre es necesaria  la contribución de uno mismo, entonces, queda en nosotros tomar conciencia de la mirada, de la mirada sobre nosotros mismos y sobre el otro, y porqué no de hacerle tomar conciencia al otro de su mirada.


 Es así que quizás las personas aprendan a valorarse a si mismas 

y a valorar a cada persona por lo que es y no por como se ve, 
aprenda a romper los parámetros de lo normal, 
de lo preestablecido, a encontrar lo diferente y especial en cada ser, 
ya que como bien se enuncia casi sobre el final del documental: 

La escena está servida:- 

“Hallar todas las cosas diferentes 

es darles un sentido de igualdad”

 pero no una igualdad normalizadora, estandarizada, homologada, 

sino una igualdad de derechos, de permiso,  de aceptación, de critica, de 

importancia, de belleza.

Después de todo, la forma en la que miramos al mundo, no es más que un reflejo de lo que vemos de nosotros mismos.




Esto último me lleva a preguntar entonces:

 ¿Que pasa con mi mirada?

Es difícil saberlo siendo algo que forma parte de mi ser, 
así como lo son mis brazos, mis piernas, mi pensamiento; 
incluso es mas difícil saberlo siendo consciente de que 
la mirada que tengo hoy es producto de mis experiencias, 
de mi historia, pero también de la historia del país donde habito, 
de los lugares que frecuento, de las personas a quien escucho, 
de los medios que consumo,  de las cosas que acepto 
y también de las que niego; y todo eso me lleva a pensar… 

¿es entonces “mi” mirada?¿o será la mirada de alguien más o de “algo” más, que influye fuertemente en mi ser hasta enajenarme de mi y polarizar mi mirada a su gusto y manera?

Creo fuertemente que es un poco de ambas cosas, miro mi mirada, pienso sobre ella y encuentro dos extremos, 

donde por momentos permanece la mirada naturalizada que se asombra ante lo diferente, pero no deja de hacerlo común, de buscar lo común, lo previsto, algo que está  permanece siempre solo porque es y debe ser así, algo que forma parte de lo habitual, de lo congruente, de lo pre establecido.
Pero por suerte, en los mejores momentos (a mi consideración) surge esa mirada que no solo se asombra de lo diferente, 
 entendiendo lo diferente como algo que tiene una marcada diferencia respecto a lo que socialmente se considera normal, congruente, después de todo, 
¿quien más determina lo que es normal, lo que es común y lo que es diferente si no es la sociedad misma?; 
como decía, una mirada que se asombra de lo diferente, 
pero que también  encuentra “lo diferente” en lo considerado normal, 
en las cosas comunes, en las cosas que están fuera de cuestión y sobre todo en lo que aquello que por ser clasificado, estereotipado y normalizado, muchas veces pasa desapercibido.

 Para concluir puedo decir que me sentí bastante condicionada al escribir sobre la mirada, condicionada por conceptos, por expresiones que no se expresar con palabras, 
por pensamientos diversos que me guiaban a pensar sobre cosas 
que iban más allá de la mirada, 
ya que esta misma abarca un universo entero de cosas sobre las que pensar y profundizar; pero a la vez, intentar poner en orden algunos conceptos,
algunas ideas y puntos de vista sobre la mirada, 
me llevo a limpiar un poco mi ventana personal, 
e intentar romper un poco ese filtro impuesto; 

quizás no dije nada que alguien no haya dicho antes, 
quizás esto no cambie mi mirada, ni
 la de varios, pero porque no,
 pensar que quizás si… 










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